¿Cuántas veces hemos oído lamentarse a gente de nuestro alrededor (o a veces incluso a nosotros mismos) argumentando que hay gente que ha tenido mucha suerte, que ha nacido de pie, que lo ha tenido todo de cara, etc., y qué simplemente por ello a ellos les irá bien y a nosotros mal?
Los activos que uno posee (hablamos de capacidades personales, aprendizajes, entorno que nos rodea, si alguien nos ayuda a algo, recursos económicos y materiales) son sin duda la base sobre la que se construye cualquier actividad, pero son solo eso: la base. Tener un entorno favorable ayuda, no nos vamos a engañar, pero aun teniéndolo todo de cara las cosas se pueden torcer si no ponemos de nuestra parte. Y viceversa: la historia está llena de ejemplos sorprendentes.
Y de acuerdo con el dogma de la famosa figura en motivación, el americano Zig Ziglar, habitualmente lo que realmente marca la diferencia es lo que tú puedas aportar cómo individuo y cómo utilizando tus cualidades (todos las tenemos) puedes llegar a hacer algo extraordinario:
''No es lo que tú tienes, sino cómo usas lo que tienes, lo que marca la diferencia''
Zig Ziglar
La eterna cuestión que abarca todos los ámbitos: ¿el hombre nace o se hace? Es verdad que cada uno tiene su contexto particular (i.e.: familia, país, situación económica, educación, etc) y es por ello que estas condiciones influyen de una u otra forma a la consecución de los objetivos profesionales o personales que cada uno tenga.
Pero llegar a obtener el éxito en cualesquiera de nuestras campañas, es más que un conjunto de circunstancias. Cada uno de nosotros tiene mucho que decir y es por ello que el trabajo, la constancia y la organización son requisitos sine qua non para lograr el éxito de manera honesta y sostenible.
Y esta es la misma pauta que subraya el célebre escritor francés del Siglo XIX, Víctor Hugo:
''El éxito no se logra sólo con cualidades especiales. Es sobre todo un trabajo de constancia, de método y de organización''
Victor Hugo
¿Son las circunstancias externas las que marcan nuestra vida o somos nosotros plenamente dueños de nuestro porvenir? A mi me gusta pensar que en una gran medida la respuesta correcta es la segunda, pero al igual que dictamina el libro que tanto me gusta 'La buena suerte' hay ciertos elementos aleatorios absolutamente fuera de nuestro control que nos influyen de forma ineludible en nuestra vida.
Volvemos a la carga con otra frase para la reflexión, esta vez de la mano del teólogo inglés del siglo XIX, William George Ward. La clave es que de una manera u otra ese 'viento' del que habla William son esas circunstancias aleatorias que nos aguardan en cada esquina, y lo que tenemos capacidad de hacer es el tomárnoslo de una manera u otra.
Y aunque reconozco que en muchos casos sale a cuentas ser positivo, cuando nos enfrentamos al cambio, los que tenemos la capacidad de aumentar las posibilidades de éxito somos nosotros mismos y por ello aquel que reacciona ante las adversidades, a medio-largo plazo será el que más veces las supere:
''El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta sus velas''
William George Ward